Genaro
visitó a Magdalena la tarde del tres de febrero, era 1797 y los amantes
plebeyos debían solicitar permiso de los terratenientes para contraer
matrimonio. Genaro lo solicitó pero su propuesta fue negada, sin embargo
Magdalena lo amaba y no soportaban la idea de estar separados. Ese día estaba
decidido, escapémonos, le dijo, la joven accedió. La mañana del cuatro de
febrero se vieron en la orilla del río, Genaro no tenía ni un centavo y ahora
era un renegado por la ley, un prófugo. Pensó ¿A dónde ir? Levantó la cabeza
vio al Cullca. Nos vamos a la cima, dijo. A Magdalena no le importaba si a la
quinta paila del infierno, vamos dijo. Cuando llegaron a la cima se amaron sin
las prisas de los otros días, más cuando la felicidad parecía una utopía
posible, de pronto la tierra comenzó a sacudirse. Lo siguiente fue horror y
desolación, cuando bajaban de la montaña una nube gris había cubierto Riobamba.
Llegaron a la plaza central y no lo encontraron. La ciudad fue tragada por el
Cullca. Genaro y Magdalena huyeron y vivieron felices por muchos años.
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